Preparativos
Un sábado un amigo vino de visita a Puebla, se quedó en mi casa. Después de comer la conversación fue a dar a temas espirituales y de aventuras en caminatas. Primado por nuestra charla supongo, por la noche--a punto de dormir, me acordé que pronto sería el día de la virgen, y se hacen peregrinaciones para ir a verla. Al día siguiente busqué rutas y no encontré nada mas que notas de prensa. Es conocimiento que está en la cultura popular pero no en el internet.
La incertidumbre no pudo con las ganas que tenía de caminar, después de dos años de confinamiento (a nivel ciudad, honestamente). Conté estos anhelos entre las personas que vi ese día, y se mostraban algo ansiosos: ¿dónde vas a dormir? ¿y si te asaltan? ¿y si te secuestran? preguntas a las que yo no tenía respuesta, y aunque tenía la sensación que la inseguridad en México está sobredimensionada, ciertamente pasan cosas, y tendría que tomar estos factores en cuenta.
El lunes fui a comer con mi padre para hacerle saber mis planes, y completé los preparativos para salir el martes por la mañana.
Dentro de unos años, cuando conozca mejor esta ruta, publicaré un .gpx
. Por el momento he trazado mi propia ruta, que para nada es la recomendada--al contrario, aliento al que aspire a seguir esta ruta que evite la mayor parte de la carretera de Paso de Cortés, y que tampoco se meta por el monte frente a Amecameca. Y que tampoco se suba a una combi (ya lo explicaré).
¿Dónde vas a dormir?
La mayoría de los peregrinos en México carga cobijas y colchonetas para dormir al aire libre. Consideré esta posibilidad, pero viendo el mapa entendí que no era necesario, había hospedajes a suficiente distancia como para dormir todos los días en una cama. He dormido al aire libre, pero si no tienes una buena noche de descanso, la caminata del siguiente día no se disfruta igual.
Sin embargo, después de la caminata y de una conversación con otro peregrino, lo considero un reto práctico y espiritual para el futuro. El reto práctico es la independencia que da el poder dormir en cualquier lugar en periodos de caminata. El reto espiritual es un tanto difícil de expresar--uno debe experimentar la totalidad del peregrinaje como lo hacen los devotos. En esta caminata fui más un observador que un peregrino, he de admitirlo. Ya vendrá la oportunidad de repetirlo.
¿Y si te asaltan?
Una posibilidad bastante real. Decidí que tenía que estar dispuesto a perder todo lo que llevara encima, así que dejé mis credenciales y tarjetas (los asaltantes te pueden llevar al cajero), mi laptop (que a veces cargo en mis caminatas para escribir), y lo único "caro" que cargaba era mi iPhone 6 y cinco mil pesos (unos $250 USD), los cuales no tendría ningún reparo en entregar en el caso de un asalto. Volví con más de la mitad del efectivo habiendo pagado todos mis gastos de hospedaje, comidas y transportes. No escatimé en nada.
¿Y si te secuestran?
Esto lo consideré una posibilidad bastante remota. Los secuestradores acumulan información respecto a sus víctimas antes de secuestrarlas (así saben dónde extraer a la persona, y cuánto y a quién pedir el rescate). A pesar de lo remoto del escenario, decidí que sería mejor tener una coartada: cambié mi apellido en mi pasaporte Canadiense y borré mi nombre mexicano (Cuauhtémoc), de tal forma que no pudieran dar conmigo o mi familia por medio de una búsqueda de Google. Inventé una historia en la que yo había estudiado en México pero toda mi familia estaba en Canadá, haciendo imposible transferir dinero internacionalmente sin revelar la cuenta del destinatario (por eso casi no se secuestran turistas).
No porté otra identificación más que la copia en blanco y negro de este pasaporte modificado digitalmente:
Por fortuna, no tuve que identificarme. Ni en los hospedajes, ni en el autobús de vuelta. Nunca me sentí siquiera amenazado, y aunque todas mis precauciones ahora me parecen exageradas, me estaba confrontando con algo completamente desconocido y francamente es divertido inventar un alias por si pasara algo..
Cholula → San Nicolás de los Ranchos
De Puebla tomé un transporte a Cholula y comencé a caminar a medio día por la carretera de Paso de Cortés. Es una carretera muy poco adecuada para caminar, sin acotamientos o arcenes, lo cual obliga a apartarse de vez en cuando porque un camión y un coche apenas caben en el ancho de la carretera cuando están lado a lado.
A una hora de caminata ya lamentaba no haberme traído un sombrero en lugar de gorra, a pesar de que el clima era placentero, el sol me quemaba un ángulo de la cabeza. Entré a una miscelánea donde encontré un gran sombrero como el que usan los campesinos en estas tierras.
Decidí caminar en pantalones de mezclilla porque lo he hecho en otros lados y es versátil, tanto te puedes meter a la iglesia como a la maleza (sólo no hagas el orden inverso). En este camino muchos peregrinos prefieren vestir así, y curiosamente a menudo calzan sandalias Crocs. Es muy buena elección porque la principal causa de ampollas es la falta de evaporación del sudor, como lo descubrí yo al final de este día con mi calzado (los zapatos de senderismo más baratos del Decathlon).
Con sólo 20Km de caminata llegué agotado y ampollado al motel que había ubicado en Google Maps. Muchas preguntas del dependiente: ¿Viene solo? ¿No trae carro? ¿Cuántas horas se va a quedar?, me cobraron $280 MXN (14 USD) por la noche. Al parecer no muchos peregrinos hacen esta parada. Me bañé y caminé otro par de kilómetros para llegar a cenar a San Nicolás de los Ranchos.
Encontré nos murales con aerosol afuera de un negocio. El dueño del gimnasio me invitó a pasar, tenía más murales dentro.
Al salir le pregunté al dueño dónde podía cenar. Recomendó una llamada Piolinis (no está en Maps) y hacen pizzas a la leña. Cien pesos la "mediana" que es grande en realidad, estilo italiano. Pero si al lector se le presentara la oportunidad de cenar aquí, lo recomiendo ampliamente. No venden bebidas, pero me invitaron a comprar chelas o lo que quisiera en la esquina y tomarlas con mi pizza. Ahora me arrepiento de no haberle tomado la palabra, pues tomé lo que sobraba de mi botella de agua.
Me llevé un ejemplar de las Cartas de Relación de Hernán Cortés porque recordaba que había escrito acerca de Cholula y de esta zona. Aquí tiene especialmente mala reputación por la matanza de Cholula, aquí lo explica él mismo, aunque he cambiado ligeramente la redacción para facilitar la lectura:
En tres días que allí estuve, [los cholultecas] proveyeron muy mal y cada día peor, y muy pocas veces me venían a ver las personas principales de la ciudad. Y estando algo perplejo en esto, a la lengua que yo tengo [la Malinche], que es una india de esta tierra, que hube en Potonchán, le dijo otra natural de esta ciudad cómo muy cerquita de allí estaba mucha gente de Moctezuma junta, y que había de dar sobre nosotros para matarnos a todos, y que si ella se quería salvar que se fuese con ella. Me lo hizo saber, y yo detuve a uno de los naturales que por allí andaba y le aparté secretamente que nadie lo vio y le interrogué y confirmó lo que la india y los naturales de Tlaxcala me habían dicho.
Y así acordé de prevenir antes de ser prevenido, e hice llamar a algunos de los señores de la ciudad diciendo que les quería hablar, los metí en una sala, e hice que nuestra gente estuviese apercibida, avisando que al disparar una escopeta atacaran una gran cantidad de indios que había junto al aposento y dentro de él. Así se hizo, teniendo a los señores dentro en aquella sala, los deje atados, y cabalgué disparando la escopeta y les dimos tal mano, que en pocas horas murieron más de tres mil hombres.
Fragmento del Códice de Tlaxcala
La versión extendida es bastante interesante de leer. De ninguna batalla se justifica tanto como de esta, lo cual interpreto como cierta culpa. Es bien sabido que la mayoría de los muertos fueron civiles, y es posible que tal amenaza nunca se dio (nunca llegó tal ejército). Como sea, el acto de Cortés no fue un acto de pillaje, como a veces de pinta en la mitología histórica de México, Cortés se queda 40 días con su ejército reestableciendo el orden en la ciudad. Se encuentra encantado con la región:
Esta ciudad [Cholula] es muy fértil de labranzas porque tiene mucha tierra y se riega la más parte de ella, y aún es la ciudad más hermosa de fuera que hay en España, porque es muy torreada y llana, y certifico a vuestra alteza que yo conté desde una mezquita cuatrocientos treinta y tantas torres en la dicha ciudad, y todas son de mezquitas.
Esto se refleja en la cantidad de iglesias que existen en Cholula hoy en día. Se dice que hay una para cada día del año (lo cual es un poco exagerado, hay cerca de 280 parroquias registradas).
Es la ciudad más a propósito de vivir españoles que yo he visto de los puertos acá, porque tiene algunos baldíos y aguas para criar ganados, lo que no tienen ningunas de cuantas hemos visto, porque es tanta la multitud de la gente que en estas partes mora, que ni un palmo de tierra hay que no esté labrada, y aun hay mucha gente pobre y que piden entre los ricos por las calles y por las casas y mercados, como hacen los pobres en España y en otras partes que hay gente de razón.
Manda a unos compañeros a investigar la misteriosa sierra humeante que se ve en firmamento:
A ocho leguas (32 Km) de esta ciudad de Cholula están dos sierras muy altas y muy maravillosas, porque en fin de agosto tienen tanta nieve que otra cosa de lo alto de ellas si no la nieve, se parece. Y de la una que es la más alta sale muchas veces, así de día como de noche, tan grande bulto de humo como una gran casa, y sube encima de la sierra hasta las nubes, tan derecho como una vira, que, según parece, es tanta la fuerza con que sale que aunque arriba en la sierra andaba siempre muy recio viento, no lo puede torcer.
Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra poder informarle muy bien, quise saber el secreto de esta sierra, que me pareció algo maravillosa, y envié diez de mis compañeros aptos para el negocio, y con algunos naturales de la tierra que los guiasen, y les encomendé mucho subieran la sierra y conocieran el secreto de aquel humo, de dónde y cómo salía. Subieron lo posible pero no llegaron, a causa de la mucha nieve que en la sierra y de muchos torbellinos que de la ceniza que de allí sale andan por la sierra [ajá!], y también porque no pudieron sufrir la gran frialdad que arriba hacía, pero llegaron muy cerca de lo alto, y estando arriba comenzó a salir aquel humo, y dicen que salía con tanto ímpetu y ruido que parecía que toda la sierra se caía abajo, y así se bajaron y trajeron mucha nieve y carámbanos para que los viésemos, porque nos parecía cosa muy nueva en estas partes a causa de estar en parte tan cálida.
En La Conquista de América Tzvetan Todorov cuenta que al estar cerca del cráter olieron azufre, y este azufre lo irían a recolectar después para producir pólvora para alimentar los cañones que montaron sobre bergantines (barcas de vela pequeñas) durante el sitio de la Gran Tenochtitlán. La providencia no defrauda al explorador.
No es la única forma en la que su exploración rendiría frutos, los soldados también encontraron una ruta alterna para llegar al Valle de México:
Y yendo a ver esta sierra, toparon un camino y preguntaron a los naturales de la tierra que iban con ellos, que para dónde iba y dijeron que al Valle de México, y que el otro por donde nos querían llevar no era bueno, y los españoles fueron por él hasta atravesar las sierras por en medio, y descubrieron los llanos del Valle de México y la gran ciudad de Tenochtitlan, y las lagunas que hay en la dicha provincia, vinieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino, y Dios sabe cuánto yo me alivié de ello.
En la historia de México, Cortés es un villano. Es imposible reconciliar sus actos bajo una perspectiva moderna, la pérdida cultural y humana que se dio con la conquista y el inmediato colapso de la sociedad prehispánica es injustificable. Tampoco es mi tarea justificarlo bajo una perspectiva histórica, como lector de sus cartas puedo decir que tenía buenas intenciones (de acuerdo a su cultura), que era un diplomático bárbaro, y que también tenía un cariño especial por esta tierra.
San Nicolás de los Ranchos → Amecameca
Por la mañana busqué en el centro por dónde desayunar, sin éxito, pero encontré la iglesia vestida de gala porque eran las fiestas del patrono (San Nicolás)--o como me dijo la dueña del Nutrilife donde desayuné, "fue el lunes, pero ya sabes que se la siguen". Me preguntó si me gustó el licuado, no estaba mal pero yo venía buscando calorías para caminar y esto me ayudaba a llegar a las próximas quesadillas de chicharrón.
Al terminar el último pueblo (Xalitzintla) comienza la terracería para subir a los volcanes, y el camino se torna más bonito:
No fue necesario cargar agua, pues hay más puestos de quesadillas que necesidad de re-abastecerse. Yo intenté sentarme en cada puesto a comer una quesadilla, pero a la cuarta me di cuenta que tardaría demasiado en llegar a mi destino
Al igual que Cortés, la providencia recompensó mi exploración al escuchar a un señor que llegó a sentarse, dijo "la vereda está muy bien, considerando que el año pasado no paso casi nadie"--"la vereda?" le pregunté, y me dio algunas consignas para evitar la carretera, pero yo estaba más interesado en lo que seguía por delante.
--"¿El albergue está abierto?"
--"No lo sé, pero es mejor considerar llegar a Amecameca".
--"Ya veré cuánta pila me queda cuando llegue arriba, ¿y bajando desde Paso de Cortés hay que seguir la carretera?".
--"No, es mejor bajar por las torres, cuando llegues allá vas a ver".
Aunque nos separamos aquí, nos volveríamos a encontrar más adelante, me guió por la parte más difícil y siguiendo su paso evité que me cayera la noche en el camino. Por el momento le di las gracias y seguí mi camino hasta llegar al monumento de paso de Cortés:
Sentados al pie de este monumento había tres hombres haciendo la peregrinación versión borracha, buscando caguamas (litros) de cerveza en los puestos de quesadillas, complementando con un Tonayán (licor de caña) que llevaban cargando. Me simpatizaron. Pregunté si el albergue estaba abierto, me dijeron que mejor llegara a Amecameca. Dudé llegar con luz, pues me faltaban 23Km según un letrero, pero sacaron la cuenta y me aseguraron que llegaría cuando estuviese anocheciendo. Me repitieron nuevamente baja por las torres.
Seguí a algunos peregrinos bajando por una vereda, y pronto me quedé solo. El camino era bonito. Detrás de mí llegó a paso acelerado el hombre con el que había conversado en las quesadillas, le pregunté nuevamente por las torres, me dijo que nos acompañábamos un rato. Tomó la delantera y yo le seguía el paso. Cuando salimos del camino y llegamos a carretera iniciamos conversación. Había salido desde Puebla a las 3 AM, y su destino era Amecameca--pero eso es imposible! deben ser más de 60 Km! exclamé. Mi guía había sido soldado y estaba entrenado para estas marchas.
Las torres a las que se referían líneas de alta tensión que corren en dirección recta a las faldas del volcán. En lugar de serpentear la carretera, la gente baja por una vereda que sigue estas torres. No es un camino fácil, pero es bonito y ahorra tiempo.
Llegamos a Amecameca justo cuando estaba anocheciendo como predijeron los amigos borrachos, gracias al paso ágil de mi guía. Llegando a la ciudad nos despedimos, y cada quién fue a buscar alojamiento por su cuenta. Llegué al hotel tremendamente agotado, pocas veces he caminado como ese día, tanto que me metí a la cama sin bañarme.
Amecameca → Aeropuerto
Por la mañana quise cargar mi teléfono, pero no encontraba un enchufe en la habitación del hotel. Luego de buscar por todas partes lo encontré en el lugar más inesperado:
Mientras estaba en la montaña no había recibido un WhatsApp de mi hermano: había comprado un vuelo de última hora para ir con su familia a Tapachula desde Canadá, de donde es su esposa. Hacían noche en el aeropuerto de la CDMX. Tiene ocho años que no los veo. Entendí que mi misión esa noche sería llegar al aeropuerto, pero estaba a 48 Km, una tarea muy difícil, especialmente con los pies que llevaba.
Saliendo de Amecameca me di un gran desayuno de arrachera y sopesé opciones. Quizás podía caminar hasta Chalco y tomar un transporte al aeropuerto. Pregunté por la ruta de los peregrinos para llegar a Chalco. Nadie me supo decir, o no quise entender: sabía que tenía que ser sobre carretera, y luego de experimentar la vereda en la montaña, tenía más ganas de exploración.
Vi el mapa:
Estos son los cerros que corresponden al mapa:
Tendría que atravesarlos para llegar a Chalco, pero ignoraba cuánto tiempo me llevaría hacerlo, seguramente del otro lado había combis que me lleven allá. Hice una ruta tentativa y emprendí mi misión. Guardé el teléfono con intención de no sacarlo para consultar el mapa cada cinco minutos (una tentación que aplica tanto a la exploración espiritual como física).
Iba a pasar por debajo de un puente, pero cuando llegué ahí, había alguien en una camioneta tirando escombro. Pregunté al señor por el pueblo al que quería llegar--"No, por aquí sólo llegas a la granja, vete más adelante, siguiendo las vías del tren. Vas a llegar a un puente, te bajas de las vías, y luego vas a encontrar un río todo feo. Síguelo todo derecho", me dijo.
Por las vías del tren me encontré este peluche con un birrete. Entendí que era una especie de regalo, un souvenir espiritual del camino, porque me acabo de graduar de la universidad. Es un poco largo de explicar, tengo casi 42 años y terminé mis materias pero dejé el papeleo pendiente. Volver a iniciar el proceso me llevó dos años de trámites y frustraciones burocráticas. Mi título finalmente estaba por expedirse este mes, pero luego el gobierno estatal tomó las instalaciones mediante el uso de policías y acusó al rector de malversación de fondos, instalando un comité interino. Los trámites quedaron congelados y quedé convencido de que estaba maldecido, que nunca tendría mi título universitario como Licenciado en Diseño de Información. Pero estaba tranquilo porque había hecho todo lo que estaba en mis manos, si no lo tengo hoy, no es por falta de voluntad.
Percibí que este peluche era la manifestación física de mi diploma. Me brotaron lágrimas, pero al mismo tiempo pensé "no puedes hacerme cargar esto hasta Puebla!", pero resultó muy ligero y fácil de llevar atado a la mochila, así que se fue conmigo el resto de la caminata. Pensé que me daría vergüenza andar por ahí con el peluche colgado en la práctica ni siquiera recordaba que lo andaba cargando, ni la gente lo notaba, a excepción de algún niño que tiraba de la falda de su mamá para señalarlo.
Pasé por el "río todo feo", que era un arroyo contaminado. Muchos de los paisajes en México son arruinados por falta de infraestructura, pues sin haber drenaje público o plantas de tratamiento, los ríos se contaminan apenas a las faldas del volcán. Me adentré en el pueblo y cuando llegué a una plaza se me voló el sombrero. Hice una pausa y sentir mis pies palpitar de dolor. Tuve dudas sobre realizar mi aventura, quizás era suficiente aventura llegar al aeropuerto en combi. Me quité los zapatos para ver mis pies:
Estando en esto, pasaron dos pastores con sus vacas. Los pastores son los mejores conocedores de la tierra, pero estaba dubitativo y los dejé pasar. Cinco minutos después caminaba de regreso uno de los dos pastores, lo tomé como seña de buen paso y que podía preguntar. Me informó que no sabía de ningún camino que bajara del otro lado, pero que ciertamente se podía subir, y que para llegar ahí tenía que seguir un camino "todo derecho" e iba a pasar por un arco de piedra, me dio algunas señas más y nos despedimos.
Poco más adelante, la seña de buen paso se reafirmó regalándome este interesante ejemplar de casa en medio de la nada:
Por el camino encontré a unos trabajadores que me dieron una clave que el pastor había omitido: siguiendo la terracería encontraría un punto donde el camino se divide en cuatro, tendría que tomar el segundo camino de derecha a izquierda.
Pasé por el arco de piedra:
Seguí subiendo, el paisaje cambiaba mucho.
Finalmente llegué a un mirador, la bruma impedía ver gran parte del paisaje. Tomé un descanso, comí la carne seca que traía en la mochila, y comencé el descenso por una vereda que conectaba campos de cultivo de trigo en terrazas del monte:
Bajé del otro lado del monte a un pueblo donde tomé un transporte a Chalco. Desde ahí, tomé otra combi que me acercó al aeropuerto. Llegaba tarde para sorprender a mi hermano, pero nuevamente se presentó la providencia: su vuelo se había retrasado, y me daría tiempo a llegar a recibirlo.
A pesar de llegar una hora tarde, tuve que esperar otros 30 minutos a que saliera de recoger su equipaje. Pasó a mi lado sin reconocerme, lo tomé del brazo y me miró unos segundos sin reconocerme, pero finalmente nos abrazamos. Luego saludé a su esposa e hija, y los acompañé al hotel que mi hermana les había reservado para que no pasaran la noche en el aeropuerto. Dejamos a la familia en la habitación y bajamos a platicar al lobby hasta la una de la mañana. No nos tomamos fotos (nos viene de familia) pero disfrutamos mucho encontrarnos.
Luego fui a buscar un hotel barato cerca del aeropuerto. Encontré a un turista ucraniano a la puerta, nos informaron que no había lugar, pero que a tres casas de ahí había una señora que rentaba cuartos. Fuimos ahí y nos alojaron en los últimos dos cuartos que quedaban. Caí rendido nuevamente.
Aeropuerto → Basílica de Guadalupe
El aeropuerto se encuentra a escasos 6 Km de donde pasé la noche, así que descansé todo lo que pude y luego caminé por calles recomendadas por GMaps. La presencia de otros peregrinos me confirmó que no era mala ruta.
Llegué. No había demasiado gente, pues todavía no llegaba el día oficial, el 12 de diciembre. Me formé para asistir a misa, la cual fue breve y poco inspiradora. Me pareció más interesante la arquitectura, ideada por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez como una carpa inspirada en las religiones abrahámicas, con lo cual logra ligereza para no hundirse como lo hacen las iglesias de piedra sobre este terreno que había sido laguna en tiempos de Cortés.
La leyenda dice que diez años después de la conquista, en el cerro del Tepeyac la virgen se le apareció varias veces a un natural de la tierra llamado Juan Diego. Cito de wikipedia:
Según lo escrito por Luis Lasso de la Vega y de acuerdo con la tradición, en 1531, diez años después de la conquista de Tenochtitlan, el sábado 9 de diciembre de 1531 (a sus ya 57 años de edad) muy de mañana en el cerro del Tepeyac escuchó el cantar del pájaro mexicano tzinitzcan, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Ella se le apareció cuatro veces entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 y le encomendó decir al entonces obispo, fray Juan de Zumárraga, que en ese lugar quería que se edificara un templo. La Virgen de Guadalupe le ordenó a Juan Diego que cortara unas rosas que misteriosamente acababan de florecer en lo alto del cerro para llevarlas al obispo Zumárraga en su ayate. La tradición refiere que cuando Juan Diego mostró al obispo las hermosas flores durante un helado invierno, se apareció milagrosamente la imagen de la Virgen, llamada más tarde Guadalupe por los españoles, impresa en el ayate. El prelado ordenó la construcción de una ermita, donde Juan Diego Cuauhtlatoatzin viviría por el resto de sus días custodiando el ayate en la actual capilla de indígenas.
En México las personas no-religiosas consideran esta historia un mito inventado por los españoles para facilitar la conversión de los indígenas. Soy indiferente ante esta controversia, pero la aceptación del mito nos dice algo: el hecho de que se preñara tanto en la psique colectiva y que el fenómeno de La Virgen sigue hasta hoy en día, muestra la devoción espiritual y mística (y a veces autoflagelante) del México prehispánico. La fuerza espiritual con la que contaba México en ese entonces sigue viva, expresada a través de la religión católica.
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén